Realizado Por: Ay. Noe Martinez C. Categoría: Fortaleza, Fe Fecha: Dic, 2024
Brit Milá es la señal del pacto que consiste en cortar o amputar el prepucio que cubre el extremo del órgano reproductor masculino La circuncisión le fue mandado primero a un individuo, Abraham, para que creara su pacto con Dios. Entonces, vemos que la circuncisión representa el compromiso de tener una relación individual con Dios y de todo lo que eso conlleva.
La circuncisión es la Mitzvá más importante y de mayor santidad de todo el judaísmo pues de ella depende la unión eterna de todo Judío con su Creador.
El judío está comprometido por un pacto que tiene grabado muy por debajo de su ser consciente, e incluso, en su carne misma: un lazo eterno que D-s estableció con su padre Abraham. Mucho antes de que el judío tuviera conciencia de sí, sus padres lo hicieron entrar a este pacto cuando se le practicó la circuncisión. (Hec.7:1-9, Gén.17:1-14).
La circuncisión de los hijos de Israel es un ritual vital para la afirmación de la identidad judía, representa el nexo permanente entre el Creador y el pueblo judío, hasta un punto tal que en la Biblia se afirma que aquel que transgrede este mandamiento se verá separado del pueblo judío. (Gen.17.14)
El varón judío recibe su nombre durante la ceremonia de la circuncisión y la niña, cuando su padre es llamado a la Torá. El nombre es también la primera cosa realmente propia que se recibe en la vida y que sirve para diferenciarse de los demás. En la tradición judía se da mucha importancia a los nombres, ya que no sólo sirven como un método de identificación, sino también como una conexión espiritual entre el nombre y la persona que lo lleva. Este será el nombre que utilizará en el Bar Mitzvá, en el contrato matrimonial – Ketuvá – y en toda su vida, en momentos de alegría y tristeza. Será el que se mencionará después de su muerte. (Luc.2:4-21)
En la religión judía, los bebés son tradicionalmente circuncidados cuando tienen ocho días de vida, a no ser que haya una contraindicación médica (Lev.12:1-3, Jos.5:1-8). El libro sagrado de la Torah, habla de un pacto entre Abraham y Dios, y el signo visible de este pacto es la circuncisión de todos los hombres judíos. Los judíos siguen practicando la circuncisión prácticamente de manera universal.
El Islam es el mayor grupo religioso que practica la circuncisión. Al igual que en el judaísmo, los islámicos confirman así su relación con Dios. También la llaman “tahera”, que significa purificación. Con la expansión mundial del Islam desde el siglo VII d.C., la práctica fue adoptada por pueblos en los que previamente no se realizaba. (Gen.17:23-27).
No hay una edad determinada para la circuncisión en el Islam, aunque el profeta Mahoma recomendó que se hiciera a una edad temprana y circuncidó a sus hijos cuando tenían siete días. Muchos musulmanes celebran el rito en el séptimo día, pero pueden hacerlo en cualquier momento entre el nacimiento y la pubertad.
La obligación de esta ordenanza corresponde al padre hasta que el niño cumpla los 13 años a partir de lo cual el nuevo joven es mayor de edad y por consiguiente responsable de sus actos en lo sucesivo. El ser humano naturalmente posee una serie de prepucio o coberturas que no le permiten penetrar en el campo espiritual, por lo cual al circuncidarse como corresponde, simultáneamente lo hace con el prepucio de sus oídos, lengua y corazón, con lo cual le es posible lograr una mayor claridad y profundidad en el plano divino.
A medida que los niños maduran y se desarrollan son entrenados para observar todas las ordenanzas, cada una de acuerdo a su nivel, especialmente una vez que llegan a la edad en que pueden cumplirlas por ellos mismos y apreciar su importancia. Sin embargo con la circuncisión, no esperamos a que el niño se desarrolle lo suficiente para comprender su significado. Esto es debido a que el vínculo y pacto entre el judío y D-s trasciende el intelecto y es tan vital que no es demorado.
Como operación, la circuncisión tiene una tasa de complicación extremadamente pequeña. Un estudio en el New England Journal of Medicine (1990) reportó una tasa de complicación de 0,19% cuando la circuncisión es realizada por un médico. Cuando es realizada por un mohel entrenado, la tasa cae al 0,13%, o cerca de 1 en 1000. Cuando ocurre una complicación, usualmente es sangrado excesivo, que es fácilmente corregible. Ningún otro procedimiento quirúrgico puede jactarse de estos números.
Una razón por la que hay tan pocas complicaciones con respecto al sangrado son: porque los agentes principales de coagulación, protrombina y vitamina K, no alcanzan los niveles pico en la sangre sino hasta el octavo día de vida. Los niveles de protrombina son normales en el nacimiento, bajan a niveles muy bajos en los días siguientes, y vuelven a la normalidad al final de la primera semana. Un estudio mostró que en el octavo día, los niveles de protrombina llegan al 110% de lo normal. En las palabras del Dr. Armand J. Quick, autor de varios trabajos sobre control de sangrado: “Es muy difícil decir que dentro de la ley mosaica, el rito de la circuncisión fue pospuesto hasta el octavo día por casualidad”.
El pueblo de Israel como nación nunca pudo obedecer completamente la ley de Dios. Por eso Moisés llamó continuamente al pueblo a amar a Dios con todo el corazón, con el alma, con la mente y con todas sus fuerzas (Deut.6:4–5, Deut.10:11-14), sabiendo que en verdad no lo harían porque eran un pueblo necio y de dura cerviz (Deut.9:1-7, Exo.33:1-3).
La circuición al ser descrita por Dios como la señal del pacto, podemos deducir que la intención de Dios para fomentar esta práctica sería la de “apartar” o “santificar” a su pueblo, y dejar constancia “física” o “externa” de ello, además de probar la fidelidad y disposición de quienes quisieran formar parte de su pueblo, pero se olvidaron de que el cambio que Dios siempre ha querido es de corazón. De fondo y no solo de la forma, de las apariencias. (Rom.2:28-29,Jer.9:23-26)
Israel fue casi siempre un pueblo religioso. Un religioso es aquel que cree que debe seguir al pie sus ceremonias, sus ritos, sus creencias, pero su corazón, su diario vivir está lejos de Dios. (Isa.1:8-18)
El llamado es el siguiente desde el Antiguo Pacto: “Circunciden, pues, su corazón” (Deut.10:15-16). De aquí entendemos que la circuncisión externa como señal apuntaba a una circuncisión interna hecha por Dios mismo (Deut.30:1-6). Esta promesa de circuncisión interna en el corazón es la que vemos en los escritos de los profetas y que se vera de manera más amplia en el Nuevo Pacto (Jer. 24:4-7; 31:31-34; 32:36–41; Ez. 36:22–27).
En el Antiguo Pacto, Dios le dio únicamente a su pueblo una oportunidad para amarlo y amar su Palabra, si algún extranjero comprado quería ser parte del pueblo elegido de Dios tenía irremisiblemente que circuncidarse. Ahora en el Nuevo Pacto, la aplicación de esta promesa es más extensa, pues es aplicada a todos los Gentiles y a los que creen en Cristo y temen a Dios (Hec.11:1-18, 15:1-35, Gal.5:1-11, 6:11-18)
La circuncisión del corazón es lo que capacita a una persona para amar y atesorar a Dios sobre todas las cosas, es la transformación del hombre en espiritual dejando de lado los frutos de la carne y así deja de ser un incircunciso.(Col.3:1-2, 1Cor.2.14)
La circuncisión del corazón implica un cambio en tu naturaleza, implica que tu viejo yo desaparezca y un nuevo ser emerja a la vida, si no vives una vida de obediencia en la palabra de Dios, tu no has sido circuncidado en el corazón y por ende el espíritu de Dios no eta en ti.(Rom.7:14,Col.2:11)
Sabemos que del corazón emanan todas las cosas terrenales y espirituales que nos componen, es necesario que también sepamos que todas nuestras emociones, acciones, palabras y sentimientos son el resultado de la condición de nuestro corazón. De ahí que cuando el ser humano dispone por entero su corazón para agradar a Dios, todas sus palabra y acciones tendrán como propósito el agradar y glorificas a Dios.
Absolutamente todo en nuestro ser es regulado en el ámbito espiritual por el corazón, de ahí que si nuestro con razón no es perfecto es imposible que seamos perfectos ante nuestro Dios.(Juan 3:6)
Leer las Escrituras no es suficiente. Una lectura hecha a la ligera nos reduce la capacidad para comprender sus enseñanzas; por lo tanto, deben escudriñar para encontrar cosas específicas. Deben buscar la verdad y una mayor comprensión sobre la forma en que pueden aplicarlas en sus vidas. De acuerdo al diccionario escudriñar es: examinar, inquirir y averiguar cuidadosamente sobre una cosa y sus circunstancias. Esto es lo que necesitamos hacer, si queremos saber cuál es la voluntad de Dios sobre cualquier asunto de nuestro interés. (Juan 5.39, 2Tim.3:16,Hec.17:10-12)
Sin embargo, escudriñar la Biblia es insuficiente si su estudio no conduce naturalmente a un cambio. El estudio de la Biblia debe producir la transición de la teoría a la práctica.
Que encontramos al escudriñar las escrituras:
Los mandamientos son instrucciones dadas directamente por Dios para que tengamos bienestar y felicidad físicos y espirituales mientras estemos en la tierra; además, nos dan a conocer la disposición y la voluntad de Dios sobre nuestro progreso eterno y prueban nuestro deseo de obedecer Su voluntad. (Mateo 5:17-48, Juan 14:15 y 24, 15:9-10, 1 Juan 2:4-7 y 3:23-24)
Los mandamientos no son una carga ni una restricción, el Señor nos ha dado cada uno de ellos para nuestro desarrollo y progreso, son una gran conexión espiritual de transformación. (Rom.7:14, Rom.8)
Los decretos divinos de los mandamientos abarcan todas las áreas de la vida judeo-cristiano. Hacen referencia a toda situación en la que pueda encontrarse la persona. Tienen aplicación universal, desde el nacimiento hasta la muerte, desde el humilde sirviente hasta el poderoso rey. Toda esfera de actividad humana, sin excepción, está bajo el paraguas de la Ley. Al final, quien más se beneficia de cumplir la ley es el hombre mismo. (1 Cor.7:17-20)
En la medida en que una persona se acerca y ase uso de medios espirituales, experimentara una transformación de lo carnal a lo espiritual, ese es el propósito de las leyes de Dios y la espiritualidad conduce a la fuente de la vida eterna que está en Dios, los mandamientos no deben observarse de una forma rutinaria y mecánica, sino como una fuente de renovación y transformación. (Juan 14:15, Mat.19:16-22)
Finalmente el bautizo es el evento donde se confirma que hemos comprendido los puntos anteriores, por lo que estamos listos para el momento de graduarnos y con este acto nos comprometemos con Dios a seguir cumpliendo con todos los compromisos adquiridos con Dios y con el hombre. (Col 2:8-15)