2. La Profecía Bíblica

Realizado Por: Min. A. Rubén Romero M. Categoría: Base doctrinal. Fecha: Feb, 2017

Esta segunda parte, que es la profecía, la podremos comprender basándonos en los versos del Apóstol Pedro que dicen: “Tenemos también la palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:19-21)

2a. de Pedro 1:19-21

Muchas corrientes doctrinales no respetan el consejo del apóstol e inventan sus propias profecías, como lo hicieron la Iglesia Romana, Adventista, Mormona y los Testigos de Jehová. También el apóstol Pablo dijo: “y los espíritus de los que profetizaren, sujétese a los profetas.” (1 Corintios 14:32)

Sujetándonos a los profetas de la Biblia, el primero al que leemos es Jacob, quien dijo: “No será quitado el cetro de Judá ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh, y a él se congreguen los pueblos.” (Génesis 49:10)

La meta final es que todos los pueblos de la tierra se reunirán alrededor de aquel que fue señalado desde el principio. Podemos decir que la profecía históricamente se desarrolla en base a la trayectoria del pueblo de Israel, ya sea en su comportamiento positivo o negativo, como lo escribió Moisés de la siguiente manera: “Hoy pongo por testigos al cielo y a la tierra, que presto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para poseerla; no estaréis en ella largos días, sino que seréis destruidos. Y Jehová os dispersará entre los pueblos y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Jehová.” (Deuteronomio 4:26-28)

Si aun con estas cosas no me oyereis, yo os castigaré siete veces más por vuestros pecados.” (Levítico 26:18) Y si con estas cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición, yo también procederé con vosotros en oposición y os heriré aún siete veces por vuestros pecados.” (Levítico 26:23-24) Y si con esto no me oyereis, sino que procediereis conmigo en oposición, yo procederé con vosotros en contra y con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros pecados.” (Levítico 26:27-28)

Encontramos lo que esto significa para el desarrollo histórico del pueblo de Israel en la sagrada escritura: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley. Y serán entregados en su mano hasta un tiempo, y tiempos, y medio tiempo.” (Daniel 7:25)

Lo mismo dice Juan de la mujer vestida del sol y la luna y con una corona de doce estrellas, que fue llevada al desierto para mantenerla allí durante el mismo tiempo. (Apocalipsis 12:14) En el mismo tiempo, la ciudad santa de Jerusalén sería hollada por los gentiles. (Apocalipsis 11:2) En esta última parte, nos habla de 42 meses; el verso 3 nos dice: “Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de sacos.” (Apocalipsis 11:3)

Casi las mismas palabras de Daniel las escribe Juan: “Y le fue dada boca que hablaba grandes cosas y blasfemias, y le fue dada potencia de actuar cuarenta y dos meses.” (Apocalipsis 13:5) Así que “tiempo” es 1, “tiempos” es 2, y “medio de tiempo” es 1/2, lo que nos da un total de 3 1/2. Por lo tanto, 3 1/2 tiempos equivalen a 42 meses, y 42 meses por 30 días por mes nos dan 1260 días.

Cada mes profético tiene 30 días. Si recordamos la profecía de Daniel y Juan, encontramos un poder que quebrantará a los santos del Altísimo por 3 1/2 tiempos. Daniel nos habla de cuatro poderes universales, a saber, Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma, cuyo poder también quebrantó al pueblo de Israel por 3 1/2 tiempos, que suman los 31/2 tiempos de la persecución de la bestia, totalizando 7 tiempos.

En los días de Jesucristo, el poder romano es identificado en Apocalipsis como un dragón bermejo. (Apocalipsis 12:3) La cola del dragón es identificada como Herodes, quien deseaba matar al hijo de la mujer. El periodo de la bestia apocalíptica comienza cuando Juan señala con las siguientes palabras: “Y el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad.” (Apocalipsis 13:2)

Los hechos históricos para comprender cómo el dragón concede estas tres cosas a la bestia comienzan históricamente en el siglo VI con Gregorio I, el teólogo, quien, corrompiendo los textos bíblicos, afirma que al rechazar a Cristo, el pueblo de Israel también es rechazado por Cristo. La Iglesia Romana se constituye en el Israel espiritual, ocupando el lugar del pueblo de Israel. Esta idea es heredada y compartida por los movimientos que representan la imagen de la bestia (protestantismo), como lo dice el Apocalipsis: “Vi otra bestia que subía de la tierra; tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón.” (Apocalipsis 13:11)

Tanto luteranos como anglicanos tienen la pretensión heredada de Gregorio I de ser el “Israel de Dios”. Considerando que el año de partida para los primeros 3 1/2 tiempos fue el año 586 a.C. (caída de Jerusalén), al sumar (restar) 1260 años llegamos al año 674 d.C.

 


La historia nos muestra una lista de acontecimientos y personajes que nos permiten entender cómo la Iglesia Romana adquiere el poder:

A) Pipino el Viejo (Heristal): Se convierte en el Mayor Domus de Teodorico III, Rey de los francos, y sienta las bases para la alianza de la iglesia con el estado. B) Pipino II: Sucesor de Pipino el Viejo de los Arnulfos y padre de Carlos Martel, fundador de la dinastía de los Carolingios, impulsando la doctrina romana en muchas ciudades europeas. Venció a los árabes en la batalla de Poitiers en el año 732 D.C. C) Pipino III el Breve: Coronado por Esteban II en la Iglesia de Saint Denis en París. Se establece la alianza con la iglesia al ceder al Papa una extensión de tierra desde Roma hasta Rávena en el Valle del Po. D) Carlo Magno: Sucede a Pipino III. Su reino abarca Francia, Bélgica, Holanda y el occidente de Alemania. Defiende los estados papales contra los Lombardos y expande el reino desde el Río Elba hasta el Ebro. En la Navidad del 800 D.C., León III corona a Carlo Magno emperador de Roma.

Por lo tanto, los obispados y monasterios tienen autoridad en las tierras que explotan. Carlo Magno acentúa la estrecha relación entre la corona y la iglesia. E) Después de la muerte de Carlo Magno: Europa sufre fragmentación por el sistema feudal hasta que Juan XII corona a Otón I como Emperador en 962 D.C., creando el Santo Imperio Romano Germánico.

Es importante mencionar el tremendo poder que adquirió el Papa, ya que muchos lo veían superior a los reyes europeos. Y como dice la escritura: “Ven acá y te mostraré la condenación de la gran ramera, que está sentada sobre muchas aguas, con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación; y me llevó en espíritu al desierto y vi una mujer sentada sobre una bestia bermeja y llena de nombres de blasfemia y que tenía 7 cabezas y 10 cuernos.” (Apocalipsis 17:1-3)

Por esta causa, Otón I destituyó al Papa Juan XII. Más tarde, Otón III nombra a su primo Bruno de Carintia como Gregorio V, el primer Papa alemán. Tras la muerte de Gregorio V, nombra a su maestro Gerberto de Aurillac, como Silvestre II, el primer Papa francés. Una especie de revancha papal se da en 1077, donde el Papa Gregorio VII hace que, a las afueras del castillo de Canossa, Enrique IV, el Emperador de Alemania, se humille descalzo y vestido de cilicio, consiguiendo el perdón del Papa. Es la cúspide del poder papal sobre la Tierra.

Más adelante, en los días de Carlos IV, los pontífices viven lo que llaman el “cautiverio de Babilonia” en Avignon, Francia, donde el prestigio papal sufre un tremendo golpe. Surge el reinado de Carlos V, cuya grandeza imperial lo lleva a exclamar que en su imperio jamás se pone el sol.

Durante su tiempo, la inmortalidad de los papas tiene como máximo exponente a Alejandro VI, Papa español cuyo nombre fue Rodrigo Borgia. En septiembre de 1555, se acuerda que en el Imperio de Carlos V se puede escoger entre la fe romana o la fe luterana. Después de Carlos V, no hubo un emperador con la fuerza para unir las partes del imperio. Del mismo modo en que las naciones hicieron crecer la fuerza del Papa, también disminuyeron su poder.

En 1789, comienza la Revolución Francesa, y en 1799, Pío VI es apresado y llevado a Valence, Francia, perdiendo el poder Papal como amo de los emperadores. Cuando Pío VII va a coronar a Napoleón, este toma la corona y se corona a sí mismo y luego a la emperatriz Josefina.

Tras la muerte de Napoleón, aparece en escena el italiano Víctor Manuel II, proclamado rey de Italia junto a Giuseppe Garibaldi, pretendiendo quitar al Papa los Estados Pontificios. Sin embargo, el Papa, protegido por Francia, conserva sus territorios. En 1871, Guillermo I, Rey de Prusia, y Bismarck como canciller, logran derrotar y someter a Francia. Este imperio germánico se llama el 2° Reich y dura hasta la derrota de Alemania en la 1a. Guerra Mundial.

El 20 de septiembre de 1870, las fuerzas de Víctor Manuel II entran en Roma y la declaran capital de Italia. El 11 de febrero de 1929, ya con la participación de Benito Mussolini, se firma el Tratado de Letrán, concediendo la soberanía del Vaticano al Papa. Finalmente, por una recompensa, el papado abandona su pretensión sobre los Estados Pontificios.

El 20 de julio de 1933, el Vaticano firma el Concordato que legaliza a Hitler y protege los derechos de la Iglesia bajo el 3er. Reich. Para 1934, el Papa ve que el poder de Alemania sobrepasa su autoridad, y para 1936 se crea el Eje Berlín-Roma, no con la autoridad papal sino de Hitler y Mussolini, quienes tienen el poder que terminaría masacrando a 6 millones de judíos. El 28 de abril de 1945, Mussolini es asesinado por los mismos italianos, y el 30 de abril, Hitler muere sin que su Reich de mil años pueda ser realidad.

Una vez terminada la persecución, se cumple la palabra del Señor en Amós 9:13-15, que restituye al pueblo de Israel la Tierra que fue prometida a los patriarcas. En 1948, se funda el moderno Estado de Israel.

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